La sabiduria del pasado, el destino del futuro.
Además de desempeñar un papel fundamental en el equilibrio ecológico de nuestro planeta, desde tiempos remotos, las plantas han estado íntimamente ligadas al bienestar físico, emocional y espiritual de las personas. Reconocidos por sus potentes propiedades terapéuticas y utilizadas durante milenios en China, India, Oriente medio, Egipto, Grecia, América y África. Pero quedaron en el olvido en la Edad Media. Habría que esperar la llegada de la civilización árabe para presenciar un nuevo auge de la medicina basada en plantas, las cuales vuelven a ocupar un lugar de calidad en el arsenal terapéutico de la época.
Los egipcios eran expertos en el uso de los aceites esenciales y otras sustancias aromáticas que empleaban en el proceso de embalsamamiento. Imhotep suele considerarse el responsable de introducir el uso de los aceites, las hierbas y las plantas aromáticas con fines medicinales.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la Biblia contiene más de 200 referencias a sustancias aromáticas, incienso y ungüentos. Las sustancias aromáticas como el incienso, la mirra, el gálbano, la canela, la cassia, el romero, el hisopo, y el nardo se utilizaban par ungir y curar a los enfermos.
Durante la Primera Guerra Mundial, el uso de esencias aromáticas en los hospitales civiles y militares se difundió ampliamente. Dr. Monciére utilizaba muchos aceites esenciales por sus propiedades antibacterianas y cicatrizantes, y desarrolló varios tipos de ungüentos aromáticos. En la Segunda Guerra Mundial, al agotársele el suministro de antibióticos el Dr. Jean Valnet comenzó a aplicar aceites esenciales que fueron muy efectivos para combatir y contrarrestar la infección.
A principios del siglo XX, los investigadores Chamberland, Cadéac y Martindale demostraron gracias a sus experimentos, el poder antiséptico de los aceites esenciales.
Dr. René-Maurice Gattefossé, Robert B. Tisserand,…, y muuuuchos otros ayudaron a desarrollar lo que conocemos actualmente como la Aromaterapia Científica.
La investigación realizada en Weber State University en colaboración con D. Gary Young, así como otras investigaciones documentadas, indica que la mayoría de los virus, hongos y bacterias no pueden vivir en presencia de muchos aceites esenciales, especialmente aquéllos con alto contenido de fenoles, carvacrol, timol y terpenos.
Hay que hacer mención especial al famacéutico-aromatologo Dominique Baudoux reconocido internacionalmente por sus obras y sus fórmulas aromáticas.
El reino vegetal continúa siendo el tema en torno al cual giran una gran cantidad de investigaciones y descubrimientos. Por lo menos el 30% de los medicamentos recetados en Estados Unidos se basan en compuestos naturales provenientes de las plantas. Cada año, se asignan millones de dólares a universidades para buscar nuevos agentes terapéuticos que yacen sin ser descubiertos en la corteza, las raíces, las flores, las semillas y el follaje que recubre la jungla; en el fondo de los ríos, los bosques, las colinas y las grandes regiones silvestres del mundo entero.
Como la parte de las plantas con la mayor concentración de cualidades, los aceites esenciales y los extractos han estado ligados a la historia desde tiempos inmemoriales. Se han utilizado con fines medicinales para matar bacterias, hongos y virus. Proporcionan exquisitas fragancias para estabilizar el estado anímico, levantar la moral, disipar emociones negativas y crear una atmósfera romántica. Son capaces de estimular nervios y la regeneración de tejidos. Pueden incluso aportar nutrientes a las células y oxigenarlas.
Los aceites esenciales no son sustancias simples. Son un mosaico compuesto por cientos de químicos diferentes. Cualquier aceite esencial puede contener desde 80 hasta 300 o más componentes químicos distintos. Un aceite esencial como el de lavanda es muy complejo; muchos de sus componentes se presentan en cantidades ínfimas, pero, en cierta medida, todos contribuyen a los efectos terapéuticos del aceite. Para comprender estos componentes y sus funciones se requieren años de estudio.
Aunque un aceite esencial puede recibir el nombre de «albahaca» y tener el nombre científico Ocimum basilicum, sus efectos terapéuticos pueden ser muy diferentes, según su composición química. Por ejemplo, la albahaca con alto contenido de linalol o fenol se emplea principalmente por sus propiedades antisépticas. No obstante, la albahaca con alto contenido de metil chavicol es más antiinflamatoria que antiséptica. Un tercer tipo de albahaca, con alto contenido de eugenol, tiene ambos efectos tanto inflamatorio como antiséptico. La canela es conocida por ser altamente antimicrobiana, antiinfecciosa y antibacteriana.
Es importante saber el quimiotipo (clasificación química, biológica y botanica) de los aceites esenciales. Y que sean aceites que lleven certificación, que sean producto de agricultura ecológica. La clave esta en utilizar aceites esenciales de alta calidad (100% puros y naturales).
En períodos de epidemias virales contagiosos nada resulta tan eficaz como la aplicación de Eucalipto radiata (Eucalyptus radiata ssp radiata) sobre el torax, la espalda o las plantas de los pies. Ravintsara Cinnamomum camphora QT cineol : 5 gotas en masaje a ambos lados de la columna. Limón (Citrus limon) en difusión atmosférica en prevención de contagios. Y otros,…
Quienes utilizan aceites esenciales son menos propensos a contraer enfermedades contagiosas. Además, las personas que usan aceites esenciales tienden a recuperarse más rápidamente cuando contraen enfermedades contagiosas.
Los aceites esenciales pueden adquirir una función cada vez más importante para combatir nuevas mutaciones de bacterias, virus y hongos.
La característica principal reside en el hecho de tratarse de una medicina de terreno encaminada a restablecer el equilibrio de un organismo en su totalidad.
El uso juicioso de aceites esenciales puede hacer maravillas.